Hoy no voy a hablar de política, pues quiero seguir una nueva norma que me he auto impuesto, que es la de escribir de dos a tres artículos sobre la política nacional. E intentar escribir al menos uno de sociedad. Más que nada, para no agobiarme hasta a mí misma, que me canso de abordar siempre contenidos. Y con los protagonistas eternos en estas lides gubernamentales. Y hoy voy a disertar sobre la Duquesa de Alba, de cuyo fallecimiento se cumplieron seis años el pasado 20 de este mes.
Hablar acerca de la fallecida Duquesa de Alba, es todo un reto, pues han escrito y hablado de ella, lo que no está escrito, ni hablado. Pero lo intentaremos, y allá vamos. Lo primero que quiero decir, es que fue una mujer a la que admiraba bastante. Nunca le he nombrado en mis listas de mujeres a las que desde bien pequeñita me han fascinado. Teniéndolas algunas como ejemplos a seguir. Y quizás, Doña Cayetana sea una de esas, a las que me han impresionado, y las tengo como mi guía interna. Pero, ¿Por qué admirar a una rancia aristócrata, que se supone que no hizo nada en su vida? Máxime teniendo en cuenta, que las demás, han sido todas escritoras e intelectuales de altos vuelos. Cuando no feministas de verdad. Y la noble madrileña, suponemos que no.
Pero, sí. Sí, que hizo mucho por el mundo del Arte y de la Cultura. Y por el feminismo, también. Y lo hizo, haciendo de su capa, un sayo. Viviendo su vida, a su manera, como quiso. Todo en una época, en la cual, las mujeres que lo hacían eran motejadas como putas. Aún hoy en día, así se nos nombra, a las señoras o señoritas, que vivimos nuestras vidas, como nos place.
Está claro, que el hecho de ser una aristócrata, la favoreció mucho para hacerlo. Quizás tuvo una educación más europea, que otras muchas señoras de su edad o condición social. Pero, pienso personalmente, que es más una cuestión de actitud vital, que de educación. También fue una mujer de una inteligencia preclara, puesto que hablaba con mucha soltura, cinco de los idiomas principales europeos. Tras el español, dominaba a la perfección, el inglés, francés, alemán e italiano. Con lo cual hoy sería calificada de superdotada para los idiomas. Fue igualmente una excelente pintora aficionada. Y lo hizo, además utilizando tan solo de dos a tres tonos nada más: el blanco, el negro y el gris. Curioso, que una mujer tan vital, tan enérgica como ella, amante de la ropa colorida pintase lienzos, en base a esos tres únicos colores, no colores tan primarios. Muy curioso.
Fue una apasionada de los animalitos, de la naturaleza e incluso de los deportes, pues era una excelente amazona (a las mujeres, que montan a caballo, se las denomina amazonas) Y no sé porque una gran nadadora, en su juventud. Aún conservo en mi retina, las imágenes de una Duquesa de Alba, entrando en el Mediterráneo mallorquín, y quedarse sentada un buen rato. No lo hacía sola, claro está, pero se bañaba. Y eso para mí significa, que debió de ser muy habitual en ella, nadar. Si no, siendo tan mayor, le habrían entrado reparos el hacerlo. Otra cosa, es que tengamos constancia gráfica de esa afición, quizás por pudor, nunca nos mostró. Cómo también que fue bailarina de ballet aficionada, pues creo recordar, que en cierta ocasión fue fotografiada, enfundada en unas mallas de ballet, junto a su hija Eugenia.
Lo demás, para mí, es o fue accesorio en su vida. Sus tres matrimonios, sus fiestukis, sus estrafalarios modelitos… frente a esa gran intelectual que fue. Pienso yo, que a Doña Cayetana, le fue más fácil dar a conocer su lado frívolo, que intelectual, en una época, en que las intelectuales estábamos proscritas. O bien pensó, que nunca lo fue. Y no es así. Lástima, pero nos perdimos una gran pensadora. Lástima…
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